La nueva vida de Gerilon
Ya sin el tumor que amenazaba su vida, ansía volver a Haití
Llegó a Puerto Rico a salvar su vida y a recuperar su rostro de las garras de un tumor. Aquí, Gerilon Mondesir obtuvo también el primer juguete que no es de fabricación casera, y ha estado rodeado de interminables gestos de amor y generosidad.
Pero el niño de 13 años extraña a los primos que dejó en Haití, con quienes disfrutaba del fútbol y, terminado el proceso quirúrgico necesario para su recuperación, quiere regresar a casa con su familia.
Con uno de los regalos recibidos, un balón de fútbol, planifica iniciar un equipo para jugar con miembros de su comunidad. Sin embargo, lo más que desea es volver a la escuela, pues aunque hace más de un año tuvo que dejarla por la enfermedad, según expresó ayer a este diario, sus ganas de aprender no han menguado.
Entre risas y llanto, personal del Hospital Pediátrico y el doctor Carlos Mellado, de la Fundación Haití se Pone de Pie, presenciaron la entrevista con Gerilon, su madre, Filiese Mondesir, y la enfermera Marie José Paul, quien facilitó que médicos puertorriqueños conocieran del caso.
Paul sirvió de traductora durante el primer encuentro del niño con las cámaras de El Nuevo Día, transcurrida una semana de su primera operación de reconstrucción facial.
¿Cómo te sientes hoy?
No tan mal. (Dijo que había podido levantarse y caminar sin sentir dolor, pero que sus piernas parecían pesadas, lo que es normal en esta etapa de su tratamiento.)
Ya viste tu nuevo rostro. ¿Qué nos dices sobre lo que viste?
Está mucho mejor de lo que estaba antes.
¿Qué es lo que más deseas volver a hacer cuando te recuperes?
(Piensa.) Volver a la escuela. Jugar fútbol y, claro, ver jugar a Brasil. (Todos en la habitación ríen. Él recalca que su jugador favorito es Leonel Messi, pero su equipo favorito es Brasil).
¿Por qué deseas tanto volver a la escuela?
Porque la dejé hace tiempo.
¿Extrañas a alguien?
A mis primos.
¿Qué posición juegas?
No importa cual, soy el que más anota. Paul explicó que luego de su primera operación, la doctora Lilliana Morales le regaló el primer juguete que ha tenido el niño que no es de fabricación casera, un vehículo rojo, y que el esposo de ésta le regaló un balón de fútbol con el que el niño planifica organizar su propio equipo cuando regrese a casa.
¿Qué quieres ser cuando seas grande?
Artista. Pintar. Nunca he tratado antes porque no he tenido los medios, pero sé que puedo hacerlo.
¿Has tratado de pintar o dibujar con algún medio como piedra o carbón?
Con los materiales de la escuela.
¿Qué pintarás?
Casas, porque es lo que más veo. Su madre reveló que Gerilon crea pequeñas casas con una mezcla que hace a base de ceniza que humedece y al secar, asemeja cemento. Para ella, el futuro de su primogénito era incierto hasta hace unos días, pero ahora apuesta a que llegará tan lejos como quiera.
“Antes de que tuviera la cirugía, creía que algo iba a pasar, pero no sabía que sería esto, así que no hice ningún plan. Pero ahora que Dios ha permitido todo esto, espero que logre ser lo que él quiera”, dijo.
Durante la visita, empleados del hospital llegaron a la habitación con obsequios.
En días pasados, una voluntaria de la institución le regaló al pequeño un gorro tejido por ella misma, y hasta la madre del exsenador Roberto Pratts le envió toallas bordadas con su nombre.
Incluso, a Filiese le han llevado comida. “Han sido muygenerosos. Solo Dios ha hecho más por mí porque nunca nadie había hecho nada por nosotros. Siempre he luchado sola para sostener a mi familia. A Dios y luego a la gente de Puerto Rico debo estar agradecida”, dijo.
La familia aprovechó para regalar al doctor Mellado un libro de reflexiones. “No hay manera de darle gracias lo suficiente. ¿Cómo uno dice gracias por salvar la vida a alguien? No se puede. Oramos por usted. Debería haber más gente como usted”, dijo Paul con la voz quebrada.
El médico, también emocionado, la abrazó y reciprocó el agradecimiento. “Él le ha dado una lección a mi país. Nuestro país necesita eso”, expresó.
Cuando Gerilon supo que todo Puerto Rico ha estado siguiendo con admiración su historia, le dirigió las siguientes palabras: “Muchas gracias, los amo a todos también”.
De inmediato, sacó su brazo izquierdo de debajo de las frisas que lo mantienen caliente y lo extendió hacia esta reportera, como si de ese modo pudiera dar el mismo apretón de manos a todo el país. “Muchas gracias por todo. Muchas gracias”, recalcó una y otra vez.
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